5/02/2009

Lúdicce 1

[Esto es por culpa del Silent Hill seguro... xDD]



"Hice la promesa de no morir allí. Ahora que estaba ante los muros de la ciudad abandonada sentía una tristeza desconocida... una melancolía que nunca había experimentado. ¿Realmente echaba de menos la ciudad? ¿Los recuerdos?


Tras los muros de Lúdicce no existía ya vida, todo lo que quedaba era una capa de polvo robusta y peleona que se resistía a desaparecer y gobernaba las viviendas. Demasiadas veces había cruzado las puertas para escapar de una realidad demasiado ocura para mi. La pobreza y la ignorancia habían causado más estragos que cualquier enfermedad. Yo no era consciente en mis primeros años de vida, de lo que podía estar pasando en mi propia ciudad. Mis padres me escondian entre los muros del castillo, esperando que nunca tuviera que salir y enfrentarme a las miradas llenas de odio de todos los habitantes.


La primera vez que escapé para ver como era todo encontré a muchos de mis queridos ciudadanos enfermos, demacrados, arrastrándose por el suelo; otros semidesnudos practicando diversas actividades hmmm...entretenimientos... (bueno, no existe una manera cordial de decirlo, por lo que me ahorraré imaginaos esa escena) en cualquier parte de la ciudad, a descubierto y bajo la luz del día.


Simplemente la visión de una realidad tan cruda y sucia se me hizo inaguantable. Lo que yo leía, lo que veía, lo que me contaban se hallaba muy lejos de lo que estaba viendo en esos momentos. Cuando tuve la edad suficiente decidí embarcarme en un viaje de diplomacia (o al menos, eso es lo que les conte a mis muy queridos padres), para conocer mundo y estrechar lazos con nuestros compatriotas o vecinos de tierras circundantes. Hace cinco años de eso ya, y la razón por la que decidí volver a encontrarme con mis familiares ha sido una noticia que corrió de boca en boca por todo el país y decia que la ciudad de Lúdicce había desaparecido. Nadie podía creer casi lo que estaban comentando. Siempre oías a alguien decir que debían estar equivocándose, que Lúdicce no podía haber desaparecido así porque sí, que debía haber sido asediada, y el otro conversador siempre afirmaba que su información era cierta, y que todos los habitantes de la ciudad habían desaparecido así como así de allí.

La noticia me había calado hondo. Tenía una curiosidad creciente por saber qué podía haber pasado para que tal cosa sucediera. Desaparecer... no puede ser tan fácil, y sobre todo quería saber qué era lo que había forzado a los ciudadanos a salir de allí.


Seguía caminando por las calles, levantando oleadas de polvo y arena con los pies. La panadería estaba cerrada, al igual que el resto de las casas. No debía haber sido entonces una salida repentina. Me dirigí al castillo en busca de mis padres o alguien que pudiera informarme de lo acontecido. Al entrar me sobrevino una sensación que revolvió todo mi cuerpo, una sensación ágria, un miedo a los recuerdos y a lo tan poco familiar que resultaban ahora las paredes de lo que antes llamaba hogar. Me sentía como si estuviera entrando a hurtadillas en una casa ajena para robar, y el olor a humedad y vejez no me ayudaban a eliminar los malos pensamientos de mi cabeza.


En el salón había una chimenea enorme que se encargaba de hacer más agradables las veladas invernales, ahora en ella no habían llamas, pero ante ella se encontraba una señora en cuclillas intentando encender un trozo de madera, o al menos eso supuse. La señora tenía el pelo canoso y rizado, muy largo, y las ropas un tanto ajadas, grises y polvorientas como su pelo y el resto de la escena, sin embargo tenía manos finas y jovenes que parecían acariciar el aire por el que se movían.


- Oiga. ¿Sabría usted explicarme lo que ha ocurrido en esta ciudad?


La señora no me contestó. Cuando me acerqué a ella me di cuenta de que no estaba encendiendo madera, sino que agarraba una moneda entre sus manos y la acariciaba con los pulgares.


- Señora, ¿no me oye?


Me acerqué a ella y la llamé rozándole el hombro izquierdo, la señora se giró hacia mi y me sonrió mostrándome más de un par de huecos oscuros donde antes debían haber existido dientes, dándome la moneda con suavidad y agarrando mi mano entre las suyas.


- Señora, que tal si usted me cuenta qué le ha sucedido a la ciudad.


La señora me miró profundamente durante unos segundos y sonriendo abrió la boca para mostrarme lo que debían ser los restos de su lengua cortada. Me asusté y salté hacia atrás callendo sobre un montículo de madera que estaba construido junto a la chimenea. Cuando me levanté, la señora ya había desaparecido y me había dejado con la moneda prisionera dentro de mi mano derecha. Era una moneda curiosa, no había conocido ninguna como esa, tenía un emblema en el que había dibujado una pira y dentro una mujer sentada desnuda, en lo que debía ser suelo. Las dos caras eran iguales. Me guardé la moneda en el bolsillo y reanudé mi expedición por el castillo, ahora más asustado que antes, solo sintiendo el miedo a una posible aparición de la señora sin lengua.

4 comentarios:

  1. Mmmm... interesante. No tengo internet en casa, por cierto, sólo responderé o leeré cuando entre en internet desde la facultad o casa de Manu.

    Por cierto, aunque esta historia es intrigante, lo de "Jack y Lilly" no me ha hecho tanto chiste...

    Hablamos por msn la próxima vez que coincidamos, ¡no te escaquees! (deberá ser por la mañana).

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  2. I know, lo de Jack y Lilly era algo que escribi hace tiempo y tenía en el ordenador, y me dije bueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeno pues voy a subirlo ^^.

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  3. Hm...pues sí, seguro que es por el Silent Hill (madre mía, juegas al Silent Hill, cada vez me caes mejor :P). Pero no importa, sigue siendo un realto genial, espero la segunda parte (y pronto eh?)

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  4. Dios, qué ganas de volver (soy Gaia XD). Te he leído todo todo, pero, por los dioses, no me dejes así con el violinista, aunque respeto que cuando no se puede no se puede... Por cierto, me remito al desilusionista, ¿te gusta el Silent?, esta bien que te inspire esos relatos XD

    Nos veremos más a menudo ^^

    P.D.: Lo de Jack y Lily no sé si me gusta o no, se parece mucho a algo que escribí yo hace poco

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