12/24/2008

Sueños...

Su respiración se oía entrecortada y acelerada mientras corría,

el aire extremadamente frío del nuevo invierno daba afiladas punzadas a sus pulmones que parecían estar aprisionados bajo sus costillas clamando libertad.

Corría en un desesperado intento de escapar, aveces sorteaba baches en el camino, alzaba y bajaba la vista cada pocos segundos para no tropezarse, y giraba la cabeza por si veía llegar a aquel que le perseguía. Sentía el sudor frío bajar por la sien, bajo su pelo, por el cuello, y a veces se permitía el lujo de dejar de respirar para tragar algo de saliva, cuajada casi entre su lengua y su garganta, se estaba asfixiando y sentía como poco a poco sus fuerzas comenzaban a fallarle. Bajaba la velocidad sin quererlo y ss inspiraciones se hacían irregulares.

Giró de nuevo la cabeza, y él estaba allí, con una mueca de satisfacción en el gesto, corría también a gran velocidad como si de una criatura demoníaca se tratara. Tenía un extraño fulgor en la mirada, quizá provocado por el deleite de la caza por diversión.

Un camino se abría ante sus ojos, un sendero adornado por altos y esbeltos árboles caducos inmersos en la gris neblina invernal, la humedad mojaba su rostro y se entremezclaba con el sudor que le escocía en los ojos, no podía aguantar a llegar al final del sendero y pedir auxilio para que le alejaran de su persecutor.

Cuando cruzó la línea final del sendero encontró la casa del claro y su abrigo y sus zapatos en la puerta, ante ella.

Había vuelto, sus intentos de escapar no habían hecho más que devolverlo al comienzo del camino, donde las pesadillas se iniciaron. Cada noche, un monstruo distino visitava su cama, y al rayar el amanecer el horizonte estos tomaban forma, periguiendole con afiladas intenciones. Al cruzar la puerta se oía la calma y los monstruos no podían cruzar. pero siempre temía que llegara el atardecer, y la luz lo abandonara, y de nuevo, le sacudieron los pensamientos de vidas pasadas y recuerdos guardados.

Aquellos seres que aparecían en los rincones oscuros del bosque y flanqueaban las puertas de salida hacia el mundo real.

Quién le dirá que despierte?

quién podrá algun día liberarlo del sopor en el que está sumergido indefinidamente,

ahí postrado en una cama, dentro de la habitación roja. Siendo testigo de los miedos de tantos que desean su vuelta.

Quién se dará cuenta de que su encierro es voluntario?

Quién verá entonces, que las puertas de la realidad se encuentran en ascuas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario