5/29/2011

Prólogo

El mundo de los sueños es puro opio.

Esta claro, todos lo saben pero se empeñan en seguir dibujando enredaderas de ilusiones alrededor de los frutos de la desesperanza.

Yo también lo hago, por supuesto.

Y a veces soy tanto o más culpable de que exista la ciudad Espiral, porque tan solo yo podría construir metrópolis de euforia que tras unos segundos, en un dia lluvioso como hoy , se desharían bajo las gotas de descontrol.

Ya el otro día debí haberme imaginado que mi castillo de naipes fabricado solo con el palo del placer se derretiría más que venirse abajo.

Por un momento he perdido mi sueño, debí dejar la sensación dentro de alguno de mis cajones... por un momento solo lo he cambiado por la vergüenza y por la necesidad de huir.

Nos conocemos ya todos nosotros, por lo que no nos sorprendemos mientras tomamos tazas de juicio en silencio.

Esquivamos las miradas esperando que nadie pueda leer lo que nuestros ojos enseñan, y observamos el paisaje borroso debido al calor sofocante.

Ninguno hablaremos, y todos olvidaremos mañana. Pero volveremos a encontrarnos, a menos que pueda terminar el diseño de mi propia seguridad.

Si tan solo pudiera hacer más grandes las puertas, más fuertes las cerraduras, más gruesos los cristales y más altos los muros, probablemente no habría duda que soplara hasta tirarla.

Pero no se cumplirá mi deseo porque tengo un cierto número de ladrillos para construir demasiadas cosas, y es igual o casi más cómodo dormir bajo las estrellas.