1/10/2011

Doble refracción

Hola Deseo, ¿qué vienes a decirme? Innumerables noches han pasado ya desde el día en el que decidiste tomar posesión de mi pensamiento. Tu zozobra no ha hecho más que protegerme dentro de la guarida donde he pasado el invierno, donde podía mantenerme en pie sin que me temblara ni un músculo, lejos de tu maldito control.


¿Qué quieres ahora de mi? Ambos sabemos que durante todos esos miles de segundos no hiciste más que alimentar un alma que no quería ser alimentada, que solo necesitaba algo de equilibrio y frialdad. Y ahora que por fin ese cúmulo de dudas ha conseguido implosionar aquí dentro, absorbiéndose dentro de una ventisca de orgullo, ¿qué crees que podrás hacer?


He ganado la batalla en la que yo soy la única víctima. Tus títeres no son más que daños colaterales en nuestro continuo enfrentamiento cuyo nacimiento, cuyas raíces nunca entenderé. Y es que no puedo yo abrazarte plácidamente entre mis brazos, acariciar tu pelo sobre mi pecho, y meditar al ritmo de tu respiración y tus latidos sobre como el sentido de todo parece estar dentro de todas y cada una de las células que andan a la carrera para poder recorrer todos los rincones de tu cuerpo.

A veces las envidio, Deseo. Las envidio más que a cualquier otro ente o cualquier cosa viva o no que puede rozarte.


Y es que mi destino seguirá regido por la desdicha porque no soy yo quien te controla. No soy yo quien te ama, como pude hacer una vez. Deseo, ¿porqué cuando yo aprendí decidiste darme la espalda? Pudiera entender que hayas decidido no entregarme el mosaico de mar y cielo y alquitrán que atraviesa mis pensamientos, cauterizando cualquier esperanza que quiera tener relación contigo antes de que florezca... pero ¿tampoco dejarás que encuentre otro tú?


Altiva daga de sonrisa afilada. Orgullo dorado de largos hilos. Cristalinas esmeraldas rebosantes de inocencia. Tu imagen vagará por siempre encadenando mi espíritu a sus pies. ¿Por qué no me liberas si ya cumplí mi castigo?


Es el fin del invierno, Deseo. Y otros que son como tú llegarán a la salida del sol. Ya me llevan de la mano por las calles iluminadas, aunque todavía me cales en lo más hondo del hueso, tu frío solo puede recordarme que no debo seguir pensando en tu existencia hasta la próxima ola de oscuridad. Me despediría para siempre si no supiera que caeré en el momento en que vuelvas a engañarme con tus trucos y espejos. Con tus imagenes de mi de la mano de ilusiones que tu me enseñaste.

Me estas destruyendo. Con cada refracción, con cada reflejo truncado, mi capacidad de recuperarte, de volver a aceptarte algún día no hace más que resquebrajarse, y maldigo el hechizo que provocó que tu y yo nunca pudiéramos separarnos. Se que serás tú quien me destruya. Pero como venganza ante tu crimen vanidoso y cruel, me desharé en sombras que inhales en sueños, para que nunca te olvides de mi, incluso cuando ya me hayas destrozado. Para que tú y yo seamos uno, como ya una vez fuimos y debió ser por siempre.


Pues tu serás yo, y yo seré contigo.

Contigo, solo seremos Sehnsucht.